miércoles, 29 de abril de 2015

Los ciclos de la vida





La vida va pasando por etapas que, como las manecillas de un reloj, van avanzando en un círculo que se repite en miles de vidas.

Lo anterior, siendo bien sabido, no es sin embargo a veces bien sopesado en su influencia sobre nuestra salud mental.


Vamos a ver un poco por encima los ciclos que seguimos las personas.



El gran ciclo de la vida:

Nasciturus: Humano (fruto de humanos) animado (con ánima, o sea, vida) sin nombre, zigoto, embrión o feto, formándose dentro de su madre. 
Bebé: humano con nombre (persona), que no sabe llamarse. Está para que le cuiden. Sería el "invierno" de la vida.

Infante: humano con nombre ajeno, que sabe llamarse (o sea, con alma, espíritu, psique, o como tu formación llame a esa parte con la que hablamos con nosotros mismos). Está para que le cuiden, le nutran y le enseñen lo general, y potencien aquello que se le dé especialmente bien. 
Adolescente: humano con nombre propio, que se llama (o sea, que usa su alma), pero que aún tiene insuficiente autonomía para la vida en comunidad (adolece, de manera dolorosa para sí y para quienes le rodean...). Está para aprender lo que decida aprender. Serían la "primavera" de la vida.

Adulto joven: humano con nombre propio, que se llama, con fuerzas máximas, y suficiente autonomía, pero sin experiencia. Pueden cuidar físicamente a la tribu, o fundar la suya propia.

Adulto senior: aquel con fuerza intermedia y mayor experiencia que el joven. Pueden liderar físicamente a la tribu. Sería el "verano" de la vida.

Adulto senecto: aquel con fuerza justa, pero máxima experiencia. Pueden cuidar a la tribu, y los senior harán bien en consultarles. Protegen el patrimonio cultural.

Adulto provecto: aquel en quien la edad es una carga, sin fuerza, o con la experiencia olvidada. Está para que le cuiden.(La diferencia entre senecto y provecto no radica en la simple "edad cronológica", sino en la autonomía, y depende del cuidado que hayan recibido, se hayan dado, y puedan dar.) Sería el "otoño" de la vida.
Y al final del otoño... Difunto: cuerpo humano con nombre propio, ya sin vida y sin alma, pero que está para que le honren con la dignidad que merece su recuerdo.



La familia, o las comunidades, o las empresas, o los equipos... también pasa por etapas:

un comienzo primaveral de flores y frutos,
una etapa veraniega de asentamiento (y algunas tormentas de verano),
un otoño de madurez, y algunas lágrimas, o migración de alguno de sus retoños ya crecidos...
y un invierno que puede congelarlo o ser el preámbulo de una nueva primavera...


Y luego están los ciclos pequeños, tanto para varones como para mujeres:


Digamos que en el varón influye más el Sol (tiene un ciclo anual )


inhibición y crecimiento invisible en invierno. 

hiperactividad en primavera: tiempo de siembra
serenidad fructífera en verano
aumento de actividad recolectora en otoño 


La mujer lleva un ciclo lunar (28 días) de acuerdo con su ciclo mens(tr)ual 


inhibición menstrual y sereno optimismo postmenstrual (invierno lunar) se renueva

de fogosidad periovulatoria (primavera lunar) busca procrear
serenidad esperanzada postovulatoria (verano lunar) se cuida, y cuida el nido
irritabilidad premenstrual (otoño lunar) si no ha habido gravidez

En el trabajador, está el ciclo semanal (modo ironía on) de 
viernes tarde-domingo "veraniegos" 
lunes-martes "otoñales", 
miércoles- jueves "infvernales"
y jueves noche-viernes de primaveral sprint/g final...

Y en cualquiera, el ciclo circadiano

inhibición y crecimiento invisible de 00 a 06h. 
hiperactividad en la mañana: de 06 a 12h
serenidad y descanso a mediodía-tarde de 12 a 18h
aumento de actividad recolectora (recogidas de niños, tareas, cenas, acostares, etc...) de 18 a 24h

Así pues, la próxima vez que nos preguntemos cómo está alguien, observemos cuándo (en qué ciclo suyo y nuestro) le hacemos la pregunta...



Quiero terminar hablando de los miniciclos que, aunque parecen poco importantes en psiquiatría, son esenciales para mantener (o recuperar) la calma...




el de la sangre: en su circuito corazón-miembros-corazón-pulmones-corazón... de 1 minuto

el de la respiración inspiración-pausa-espiración-pausa: 4 segundos

el del latido cardiaco: sístole-cierre de válvulas-diástole-cierre de válvulas: 1 segundo






Y ya otro día hablaré de los ciclos suprahumanos (los de las sagas, los imperios, las civilizaciones, las especies, los planetas, las estrellas y el universo...)




viernes, 24 de abril de 2015

Cómo tratar bien a cualquier paciente







Voy a hacer aquí un ejercicio de minimalismo, entendido como el arte de realizar lo esencial, adaptado a las circunstancias, pero sin concesiones a detalles accesorios, inútiles y costosos.

Voy a imaginar que atiendo a cualquier paciente del mundo, y a tratar de dar las orientaciones básicas en función de cada caso. Para que se entienda mejor, pondré enlaces a otras entradas del blog en las que abundo en algunos temas.

A ver qué tal.

Empecemos por definir motivo de consulta

Siempre es el mismo: un daño (dolor o déficit que quita paz o libertad), 

propio (angustia, ansiedad, tristeza, rabia) o ajeno (violencia, o conducta preocupante para quien le quiere y la ve, o torpeza inapropiada para los talentos que tenía), 

subjetivo u objetivo (en realidad esto segundo es lo narrado por otro, así que quizá mejor decir subjetivo de terceros).

Empezamos a intervenir:

Si del breve relato inicial se desprende grave alteración del juicio, sujetarle (o sea, hacer que no pierda su ser de sujeto, y llamar a más personas, y empezar a turnarse para contener y observar). No hablo de correas. Hablo de samur, policia, personal, otros familiares...

Si del breve relato inicial se desprende incongruencia de los síntomas con sus antecedentes psíquicos, derivar a medicina interna

Si ya hay condiciones de seguridad previas (conducta, patología somática urgente) podemos hacer preguntas para filiar el daño (ver psiquiatría en dos minutos). 

Y a partir de ahí: tratar

A. Si es daño por circunstancia dolorosa, escucha empática e invitación al cambio si es algo cambiable, o a manejar las valiosas y legítimas emociones... E invitar a tomarse bien su tiempo...

B. Si es daño por personalidad vulnerable, valorar (a través de su conducta) si lo que busca ávidamente es afecto, pertenencia, autonomía o autorrealización (todos buscamos todo: lo que causa daño es hacerlo ávidamente, y cada trastorno de personalidad es la búsqueda ávida de alguno de esos bienes, o de todos a la vez, como pasa en el TLP, o a través del daño ajeno, como pasa en el trastorno antisocial). Normalmente: tras cada compulsión lo que hay es un gran deseo (filia) de una de esos bienes, o un gran rechazo (fobia) a su pérdida. Una vez encontrado qué busca y de qué huye (en esencia) invitarle al cambio tanto si es un niño, o un senior, o un superdotado, o un paciente crónico. El fundamento es el mismo.

C. Si el daño es por consumo de sustancias, indicar una retirada progresiva, pero sólo tras haber identificado el deseo que había tras esa compulsión (como digo más arriba, y abundo en esta entrada)

D. Si es por causa somática tratable, tratarla, y aliviar mientras tanto los efectos secundarios de la causa somática o su tratamiento

E. Y si es por vulnerabilidad cerebral (genética o adquirida) en forma de hipersensibilidad... Depende

E.1. Si es hipersensibilidad del ánimo (cuadros afectivos) lo explico ampliamente en esta entrada, pero si con lo natural no es suficiente, se deben dar eutimizantes, y sólo neurolépticos o timolépticos cuando aparezca exaltación o depresión clínica, y con mucho cuidado, para no inducir virajes.

E.2. Si es hipersensibilidad a los detalles (cuadros obsesivos) dar técnicas de relajación, aconsejar apoyo practico para lo diario (secretario, empleada de limpieza, enfermera) y que viva en un entorno lo más sencillo y austero, sin miseria, claro, y que busque un trabajo para el que la minuciosidad sea virtud.

E.3. Si es hipersensibilidad a los procesos del hemisferio no dominante (antes llamado don de profecía, pero que adquiere forma de esquizofrenia en esta esquizo-sociedad que obliga a vivir inhibiendo fenómenos mentales.. ) darle el apoyo de lo crónico, lo senior y lo superdotado (tienes los enlaces arriba), con especial hincapié en un entorno sereno, sobrio, sin sobreestímulos, y con herramientas para cultivar la armonía (música, yoga, nicotina sin humo...). Como (actualmente) con lo natural no es suficiente, se deben dar neurolépticos a dosis más bien baja (el mejor, la clozapina).

Y tres cosas breves sobre los tratamientos 

Viene bien abordar todo lo anterior acompañado: el sentido común se busca en común. Otro día hablaré de las terapias grupales, sistémicas, familiares, de pareja, etc...
Si uno es ese apoyo, hay que cuidarse, y saber cuidar (tienes varias entradas al respecto en este blog)
En psicofármacos, casi siempre menos es mejor

jueves, 23 de abril de 2015

Libros cuerdos





Hoy, día de las letras, celebración coincidente de las muertes de Cervantes y Shakespeare, quiero hablar aquí con el máximo respeto de los protagonistas de los libros más leídos del mundo: El Quijote, y el Nuevo Testamento. 

Ambos son libros que obligan a leer a muchos niños, con el error de quien nutre con poemas de amor a quien aún no ha amado. Y claro, los niños prefieren a Harry Potter, con razón... Si de mi dependiera, ambos libros deberían estar desaconsejados a menores de edad mental, para que no se inmunicen, generando prejuicios, ante dos historias tan universales... Sospecho, dicho sea de paso, que ambos son reflejo literario de personas admirables que existieron de verdad.

Y escribo esta entrada porque, en la necedad postmoderna, alguna vez han surgido debates en torno a la salud mental de sus protagonistas ...

Empiezo por don Quijote

En la vergonzosamente simplona taxonomía psiquiátrica actual, los debates giran en torno a diagnósticos como trastorno bipolar (esa grandiosidad, ese entusiasmo, y ese realismo quasi depresivo al final...), pero surgen también expertos que apuntan a una esquizofrenia, un Asperger, un trastorno adaptativo por agotamiento lector (quizá el DSM VI pueda incluir la bibliofilia como trastorno...), etc, etc...

Bobadas.

Don Quijote era un hombre enamorado, capaz de ver la Dulcinea que hay en una Aldonza. 

Era un hombre cultivado, que alimentó con historias hermosas su mente ideal, y no fue mezquino, como bien dice Chesterton de esos que leen acerca de estatuas de dioses sin avergonzarse de su propia desaliñada e indolente fealdad; estudian los testimonios de actos magnánimos y públicos sin avergonzarse de sus vidas ensimismadas y ocultas. Se han convertido en ciudadanos de un mundo irreal y, como los indios en su paraíso, persiguen con jaurías de sombras un ciervo de sombras (enlace) Como el cura, el barbero y el ama de llaves, que le quemaron los libros...

Era un hombre sensible, que no pasaba inconmovible ante el dolor ajeno. 

Era un hombre de acción: actuaba frente a las injusticias. 

Era generoso: daba gratis, porque el motivo (proteger a los desvalidos) lo valía. 

Era valiente: puso su salud en riesgo más de una vez. 

Fue tomado por loco: es normal. Cuando una sociedad de alma pequeña ve a un idealista que arremete contra los gigantes del sistema, le parece un fanático enfadado con un escaparate, o un molino... 

Y era, sobre todo, tremendamente cuerdo. Sabiendo que los idealistas suelen ser descuidados en lo práctico, se hace acompañar de un buen escudero, hombre pragmático y terreno a más no poder: el buen Sancho Panza. Es curioso: el amor a una idea hermosa es tan contagioso, tan atractivo, que al final, incluso Sancho, el pragmático, el terrenal, el hombre-panza, termina enamorado, y quiere volver a recorrer el mundo desfaciendo entuertos y salvando doncellas, mozos y viudas... 

Y es entonces el bueno y cuerdo de Alonso Quijano quien, nuevamente con realismo, le dice ahora no, amigo Sancho, eso seria locura...




¿Y Jesús de Nazaret? 

Por razones similares a don Quijote, se le podía tildar de bipolar (esas ideas mesiánicas, esa tristeza en el huerto de los olivos, esa madre que hablaba con ángeles, esa grandiosidad de decir que era hijo de Dios...).
Y como en psiquiatría simplista todo se parece, también surge en el debate de "expertos" el diagnóstico diferencial de cualquier psicosis: esquizofrenia, trastorno delirante, trastorno de personalidad, reacción psicótica a sustancias...

Pero vamos a dejar, como otras veces, que los simples sigan con sus debates bizantinos, y vamos a revisar lo que sí sabemos. 


Sabemos que Jesús era un niño despierto, educado en la cultura y fe hebreas, pero también criado de pequeño en Egipto, lo cual sería enriquecedor sin duda. Posiblemente fue nutrido por gran afecto materno, y por un ideal paterno de padre ya mayor, y de pueblo patrio, pero sin patriotismos excluyentes. Se cuenta que con once años debatía con los sacerdotes en el templo, y si has conocido a algún niño de once años culto, sabes que es poco frecuente, pero posible. 

Sabemos que no se sabe qué hizo desde su juventud a sus 30 años, pero que su familia, siendo sencilla, era conocida en Judea (¿no es ese el hijo del carpintero?). 

Sabemos que era un buen poeta (habla en metáforas, entiende la esencia tras lo literal de las Escrituras, usa parábolas, resume todas las leyes en dos muy sencillas de amor...). 

Sabemos que su modo de entender el mundo y la vida guarda muchos paralelismos con Sidarta Gautama (dejo enlace), los vedas, y la cultura del norte de la india (y a pie desde Judea se llegaba en aquella época con relativa facilidad, atravesando Persia/Irán, o en barco,mira el mapa y verás que no hay más distancia que diez veces la que hay entre Judea y Egipto). 



Resulta verosímil, pues, que esos años "desconocidos" de su vida hubiese querido seguir conociendo sabiduría, y acudiese a formarse a oriente, o bien entrase en contacto con comunidades que se habían formado ahí. Así, además de sabiduría, pudo haber aprendido un modo de vida comunitario, y quizá técnicas de sanación oriental hindú. Ahora imagina que alguien con esa formación (educado en las costumbres hebreas, hindúes y egipcias, cosmopolita, sanador y sabio) vuelve a su tierra natal y se dedica a señalar un modo de vida sencillo, de amor al semejante, de elogio de la humildad y crítica de la hipocresía, de respeto a los marginados por el judaísmo oficial (enfermos, prostitutas, tullidos, pecadores, paganos, niños, mujeres, mendigos...) y crítica firme pero serena a los poderosos y adinerados...

Hasta aquí, veo poca enfermedad, y mucho de admirable (etimológicamente, milagro significa "lo ad mira oculum", hacia lo que deben mirar los ojos, lo admirable). 

E imagina que, actuando con coherencia, se dedica a sanar gratuitamente a la gente que se lo pide con sencillez, insistiendo en el carácter natural (cualquiera puede hacerlo si confía, en la técnica, supongo) y huyendo de cualquier sombra de magia (aunque sus espectadores, gente sencilla, admirados por los ad miraculum, se empeñan en darle este sentido...). Me imagino a Jesús suspirando, repitiendo una y otra vez con paciencia que lo importante es cuidar  al enfermo, no despreciar al "endemoniado" ni al catatónico que parece muerto o paralitico (y al ver casos concretos, tratándoles) y levantando a más de un ciego o sordo simulador o histérico, mediante una charla serena y confidencial. 

Incluso sus otros milagros son, como mencionaba ayer que pasa con la historia que contamos a los niños el día de Reyes, actos mágicos para las mentes sencillas, que esconden realidades admirables para quien los mira con profundidad (daba de comer a muchos repartiendo con sensatez lo que se recoge de aquí y allá, permite que una boda siga la celebración enseñando que si se mezcla con agua el poso de las tinajas de vino, sale un zumo de uva delicioso, enseña a sus apóstoles el uso del cayuco, esa mínima expresión de barca muy usada en la India, que se maneja de pie si se confía y se mantiene el equilibrio, detecta los signos sutiles que avisan de la presencia de peces a la derecha de una barca, o del fin inminente de una tormenta...)

¿Y sus profecías?, pensará alguno. Bueno. Cuando alguien sabe mirar e intervenir, la vida es tan predecible como ese juego de origen indio, el ajedrez...


Por todo ello, y mucho más, pienso que Jesús, en lo que conocemos, no actuó como un loco. Actuó como el mejor y más auténtico sanador de almas y cuerpos (hoy diríamos psiquiatra) de la historia. Y así, con ese doble sentido próximo y remoto, mientras decía a sus prójimos "venid a mí los que estéis cansados y agobiados, que yo os aliviaré", millones de personas remotas en espacio y tiempo, cansadas y agobiadas, han encontrado consuelo bien próximo en sus palabras...

Y estoy seguro de que, de vivir hoy, estaría mucho más cómodo entre los pacientes pacientes que entre los endiosados psiquiatras.



Alguno quedará aún con preguntas. ¿Y lo de la Transfiguración, oiga, con Pedro, Juan, Santiago, Elías y Moisés? ¿Y su muerte y resurrección? Eso también tiene explicación, creo, pero hoy no toca contar mi hipótesis, porque podría causar risa o escándalo, y no sería justo.


miércoles, 22 de abril de 2015

Tratemos bien a los niños




No, no voy a hablar de "tratamientos". 

Tampoco voy a hablar (hoy) de "maltratos" (grandes violencias, o abusos físicos, laborales o psíquicos). Esas conductas son tan despreciables que cualquier ser humano las rechaza (y si alguien no lo hace, es que no es humano, aunque lo parezca...) y sólo de nombrarlas se me revuelven las tripas... Hubo quien recetaba a alguno de esos malnacidos atarse al cuello una rueda de molino...



Pero hoy hablaré del mal trato cotidiano. De esa extraña manera de dar a los niños un trato que no aceptaríamos como adultos. 


Hablo de: 

Pegar a un niño y luego decirle que no se pega
Mentir a un niño y luego enseñarle que no se miente

Obligar a un niño a dar sus cosas (sus caramelos, sus respuestas sobre si "tiene novio" o "de qué equipo es", un beso sonoro y sonrojante...) a un desconocido, mientras el adulto no lo hace
Regalar a un niño tantas cosas que no comprenda su verdadero valor...

Pedir a gritos un respeto que la conducta (de animal enfurecido) de quien lo pide no merece
Dejar impunes las faltas de respeto por parte de compañeros necios

Castigar sin dinero para educar en sobriedad, haciendo que desee con avidez cada céntimo
Darle gato por liebre, o juguetes y dinero por juegos y afecto

Juzgarle (premios, castigos) por un sistema académico en el que realmente no creemos nadie...
Desautorizar a los profesores en presencia de los alumnos

Mimar su autoestima de manera que se hinche sin control, como un globo

Minar su autoestima con excesivos controles, de manera que busque desesperadamente globos...

Silencios prolongados por parte de quienes deberían hablarles en su presencia

Gritos excesivos por parte de quienes deberían callar en su presencia

Destrozar con críticas la autoridad de cualquiera de los progenitores
Destrozar con críticas la autonomía de cualquiera de los progénitos (hijos)


Dejarle solo en la calle con desconocidos
Dejarle solo en internet con desconocidos

Dejarle que consuma cualquier sustancia antes de estar maduro para ello
Dejarle que consuma cualquier información en internet antes de estar maduro para ello

Darle comida de adultos antes de tiempo, sin procesarla
Darle información de adultos antes de tiempo, sin procesarla

Dejarle que conduzca un vehículo antes de saber conducir ese vehículo
Dejarle que navegue por internet antes de que sepa navegar por internet

Obligarle a hacer deberes absurdos (divisiones que ya sabe, listas de afluentes de ríos que no conoce porque nunca los ha visitado...)
Eximirle de deberes necesarios: jugar, estar con amigos, recoger la mesa, ordenar sus cosas, cultivar sus talentos no académicos, aprender historias del mundo en forma de películas o novelas, escuchar las historias familiares, reunirse con su familia extensa, rezar a quien recen sus padres...


Para quien, después de leer todo lo anterior, se pregunte cómo hay que educar, o tratar, a un niño, dejo el enlace a la entrada que hice al respecto


Alguno podrá pensar... vale, pero ¿y los Reyes Magos? ¿Y Papá Noel? ¿No les estamos mintiendo? No, hombre, les mentiríamos si no les trajesen lo que han pedido, pero el hecho es que se lo traen, ¿no?. 

Lo que hacemos es explicarles un pequeño milagro: que tres magos con camellos trepadores, o un señor de rojo con trineo volador, manejan toneladas de regalos a velocidad supersónica, un servicio postal milagroso, cámaras invisibles para ver cómo se porta cada niño y ganzúas multiuso, y llegan a millones de casas en una sola noche... (creo que a los seis años empecé a sospechar que eso no era posible, y mis sospechas se confirmaron cuando les pedí un disfraz de tigre y, de manera incomprensible en seres tan poderosos, "no les quedaba ninguno", y me trajeron el de Spiderman...

Pero lo hacemos, y lo contamos a nuestros hijos, para que entiendan algo cuya magnitud, por la edad de los niños, aún no saben valorar justamente: que miles de millones de padres del mundo, sea cual sea su credo, su afiliación política, su etnia, su condición económica o social, su estado civil, su estado de ánimo... se ponen de acuerdo una vez al año al menos en esto, en cumplir los sueños de sus hijos, generación tras generación, con el apoyo de todos los adultos del mundo, incluidos alcaldes que organizan cabalgatas, presentadores de telediario que guardan el secreto, y niños espabilados que se callan su hallazgo para no quitar ese brillo de magia en los ojos de sus hermanos más pequeños, o de sus "reyes magos" domésticos...







 Eso sí es un GRAN milagro.

viernes, 17 de abril de 2015

La senectud

Hay varios tipos de adulto: 






Adulto joven: humano con nombre propio, que se llama, con fuerzas máximas, y suficiente autonomía, pero sin experiencia. Pueden cuidar físicamente a la tribu, o fundar la suya propia.

Adulto senior: aquel con fuerza intermedia y mayor experiencia que el joven. Pueden liderar a la tribu.


Adulto senecto: aquel con fuerza justa, pero máxima experiencia. Pueden cuidar a la tribu, y los senior harán bien en consultarles. Protegen el patrimonio cultural.


Adulto provecto: aquel en quien la edad es una carga, sin fuerza, o con la experiencia olvidada. Está para que le cuiden.



La diferencia entre senex y provecto no radica en la simple "edad cronológica", sino en la autonomía, y depende del cuidado que hayan recibido, se hayan dado, y puedan dar.



Asumo que los lectores más mayores de este blog sois senectos. ¿Cómo resumir, a modo de fórmula, una guía para tomar decisiones a la hora de planificar el tiempo que se abre ante vosotros?








Es muy sencillo. Imagina que eres un jardinero de un hermoso jardín. Tienes cuatro tareas:


Cuidarte (descansar, comer, beber, pasear, asearte). Lo que te pida el cuerpo, con moderación y variedad. El principal árbol que hay en tu jardín es el tuyo.


Proteger: cuidar tu casa, tu dinero y tu salud (bancos, médicos). Prepara los medios para cuando pases de senex a provectus. Ojo con los médicos: eres el cliente perfecto para los laboratorios. Procura tomar la mínima medicación indispensable (con dieta sobria y paseos, o con dieta cuidada y ejercicio planificado se arreglan muchas de las cosas que se intentan medicalizar: la tensión, el azúcar, la tiroides, el insomnio, los gusanillos de tristeza, ansiedad o insomnio...). No te conviertas en pastillero, tú, a tu edad...


Cultivar: seguir creciendo en inteligencia (con actividades acordes al tipo de inteligencia natural en ti, es decir, hacer crecer lo que ya tienes).


Inteligencia teórica (aire) la lectura, las conferencias, los ensayos, las clases, algunas películas
Inteligencia rítmica (agua) los viajes, los idiomas, el baile, la interpretación musical, el cine dramático
Inteligencia pragmática (tierra) las manualidades la pintura, el cine estético, los arreglos...
Inteligencia social (fuego) la participación en ONG, el cuidado de los demás, el cine social


Compartir: Que tu soledad sea sólo el necesario descanso del ánimo acostumbrado a convivir. Cuando hayas descansado, sal sin tardanza al mundo, a la calle, a compartir afecto, actividades, cuidados, tiempo y conocimientos, con aquellos que te quieren, o que quieren lo mismo que tú.


Y si tienes familia, pásate de vez en cuando a verles. Son esos otros jardines vecinos que llevan tu semilla...






jueves, 16 de abril de 2015

Motivando a los pacientes graves y crónicos

Es casi lo mismo que lo que escribía respecto a la superdotación, así que voy a copiarlo en cursiva, cambiando unas pocas palabras. De hecho, el título antónimo de este post respecto al de los superdotados sería, en lugar de No adoremos a los superdotados, no infravaloremos a los diagnosticados.

Como con cualquier variable existe una zona media de la campana de Gauss en la que se mueve el 95 por ciento de la población, y dos pequeñas colas en las que se mueve esa población que, por haber sufrido daño, no alcanza el nivel normal de rendimiento. El problema es que el sistema de medir la enfermedad (una historia clínica llena de palabros ) y la pobre costumbre de poner diagnósticos pesados a la ligera en el médico, han llevado a una exageración de la percepción sobre cuánto menos capaces que la media son las personas con enfermedadEn los hospitales, por cierto, sólo se mide uno de esos fenómenos a la hora de poner las diagnósticos: los síntomas

Los pacientes, en cambio, tienen otra vara de medir y detectan fácilmente aquellos de sus compañeros con talento natural diferente al síntoma, siendo mucho más certeros que los médicos a la hora de predecir el éxito futuro...:



talento natural  intelectual, de conferencias, series o películas de trama compleja, ajedrez, lectura, filosofía... (inteligencia "teórica")

talento natural de negociación, música, baile, equilibrio, elocuencia, poesía/rap, ritmo, imitación... (inteligencia "rítmica")

talento natural de liderazgo, lucha, deportes de equipo, iniciativa, animación de fiestas, pintura expresiva... (inteligencia "social")

talento natural de astucia, capacidad de observación, manualidades, pintura realista (caricaturas), fuerza física, animales... (inteligencia "práctica")




No ignoremos, por tanto, debido a la inhibición  que los síntomas o el tratamiento inducen, el talento de estas personas: apreciemos su necesidad de cuidados para salir a la luz.


 Esta sociedad supersticiosa (y poco científica, en el fondo) en que vivimos acaba haciendo creer involuntariamente a sus padres que su hijo tiene "cualidades infrahumanas" y dejan de nutrirles con la normalidad que necesita cualquier persona, lo cual acaba siendo fuente de personas enfermizas, narcisistas, "raritos" y pocas veces fecundos en los frutos de ese talento con el que nacieron...

Pues bien. Quiero renombrar el déficit. Como super e infra evocan posición (encima/abajo) y no creo que el déficit rebaje a nadie, excluyo la palabra infradotado. Como evito los términos generales y toscos, evito la palabra in-capaz (porque equivocadamente sugiere que no se posee NADA de capacidad). Como creo que la diversidad no es patológica per-se, evito el término dis-capacidad(que se centra sólo en que hay "diferencia respecto a la norma estadística", y logra respetar tanto la autoestima de la persona que puede llevar al error de no darle apoyo especial...).

Descartado lo anterior, voy a inventar una nueva palabra: hipocapacidad (hipo es menos). A partir de ahora, me referiré a ella. Creo que se entenderá.




¿Qué hacer, entonces, con la hipocapacidad? Pues empezar por entender que tener hipocapacidad es algo muy corriente. Yo lo tengo, por ejemplo, para el fútbol, como millones de personas.

Suponiendo que una de cada veinte personas es hipocapaz en algo (es decir, no llega al percentil 5) y que hay una decena de talentos , eso hace que la mitad de la población (incluída la psiquiátrica) sea hipocapaz. ¿Cómo tratarnos a ti, lector, que estarás entre ellos, y a mi, y a tantos? Pues con sentido común, hombre, lo mismo que cualquier otro persona. Mírate la metáfora del árbol: asegurando bien sus raíces y nutriendo bien sus necesidades básicas, permitiendo que crezca en libertad y que no lo haga solo, que reciba mucho afecto de mucha gente por el hecho de ser, no de "hacer" y que se sienta en pertenencia.

Y luego, enseñándole las nociones básicas de todas las inteligencias (esas que se adquieren fácil y que tienen un alto rendimiento en autonomía) como un "menú degustación" o un "kit básico", y permitiendo que se una a veces con sus vecinos de hipocapacidad para cuidar en común aquel o aquellos para los que naturalmente esté menos dotado ( los tímidos  con los tímidos, los torpes en el fútbol con los torpes en el fútbol, los cansados con los cansados, los altamente sensibles con los altamente sensibles, etcétera...).

Y si es extraordinariamente hipocapaz en varias cosas, darle ración extra de educación en validez y diversidad, no vaya a convertirse en un árbol tan poco cargado de frutos que sienta (o produzca) deseos de arrancarse, o no vaya a desarrollar una frondosidad tan tan tan raquítica que su alrededor no crezca la vida...


miércoles, 15 de abril de 2015

No adoremos a los superdotados...



Los científicos a veces olvidan la ciencia y caen en la superstición. Ya los antiguos nos advertían del peligro que existía en adorar figuras humanas, porque se podía caer en la idolatría, que es una cosa muy tonta, y a medio plazo dañina como sociedad.

Como sabemos (y que me corrija alguien si me equivoco) la mayor parte de cualidades de la naturaleza que se pueden obtener por combinación de partes siguen en su distribución (en una población suficientemente grande) lo que se viene llamando una curva de Gauss.




Tomemos por ejemplo la altura, o el tamaño de los pies, o la distancia a la que una persona puede saltar, o el tiempo que tarda una persona en recorrer 400 metros, o el tamaño de la nariz, o la edad de la menarquia, o la frecuencia cardiaca, etc, etc...

Sin embargo, con la inteligencia, como por arte de magia, pensamos que eso es diferente: pensamos que han existido en la historia una serie de personas que por una extraña anomalía científica poseían un cerebro que se salía de las gráficas de la curva de Gauss...


Mi tesis es que eso no es así.

Como con cualquier variable existe una zona media de la campana de Gauss en la que se mueve el 95 por ciento de la población, y dos pequeñas colas en las que se mueve esa población que, por haber sufrido daño, no alcanza el nivel normal de inteligencia, o por haber recibido una feliz combinación de genes y cuidados han desarrollado de manera algo más allá de la ordinaria (es decir extraordinaria) sus capacidades intelectuales. El problema es que el sistema de medir la inteligencia (un test que luego da un cociente) y la pobre costumbre de poner notas en el colegio, han llevado a una exageración de la percepción sobre cuánto más inteligentes que la media son las personas inteligentes. En los colegios, por cierto, sólo se mide uno de esos talentos a la hora de poner las notas: los talentos intelectuales: talento natural  matemático, de conferencias, series o películas de trama compleja, ajedrez, lectura, filosofía... (inteligencia "teórica")

Los alumnos, en cambio, tienen otra vara de medir y detectan fácilmente aquellos de sus compañeros con talento natural diferente al intelectual, siendo mucho más certeros que los profesores a la hora de predecir el éxito futuro...:

talento natural de negociación, música, baile, elocuencia, poesía/rap, equilibrio, ritmo, imitación... (inteligencia "rítmica")

talento natural de liderazgo, lucha, deportes de equipo, iniciativa, animación de fiestas, pintura expresiva... (inteligencia "social")



talento natural de astucia, capacidad de observación, manualidades, pintura realista (caricaturas), fuerza física, animales... (inteligencia "práctica")


Pues bien toda vez que una persona posee alguno de esos talentos en una cantidad alta (o un poco más alta, es decir, extraordinaria) lo único que hace falta para convertir a esa persona en un genio es entrenamiento y oportunidad. A veces, eso se debe a la feliz convivencia de personas con talento similar que pueden compartir experiencia (academias como la de Pericles o la de Pitágoras, grupos de amigos como los de la Residencia de Estudiantes en los años 20, familias como los Bach o los D'Ors...). Y a veces, la oportunidad se debe a la franca torpeza en otros talentos, de modo análogo a como la ceguera agudiza los otros sentidos, haciendo que seres rígidos y analfabetos sociales (hoy diríamos Asperger) como Einstein, Tesla o Newton, o seres obsesivo compulsivos como Julio Verne, vuelquen su indudable talento de un modo compulsivo en una tarea singular. Son los genios con "mal genio", que a veces, como Einstein, se dulcifican con el tiempo, y otras, como Ted Kazinski (Unabomber), acaban siendo el enemigo público número 1.


Sería mucha casualidad, si no creemos lo anterior, que se hubiesen conocido los mayores genios de la historia en la Academia de Pericles, o los mejores músicos de la historia en  Liverpool, o los mayores visionarios de la informática hubiese sido vecinos de garaje, o que doce pescadores hubiesen cambiado la historia de las religiones, o que el Comité Ejecutivo del Partido Comunista Chino hubiese podido seleccionar a 12 personas que "se salen de la tabla" en eficacia para dirigir una superpotencia, o que en la Viena de principios de siglo hubiesen coincidido una serie de psicólogos y psiquiatras como Freud, Jung o Adler, o que en el Oxford de principios de siglo hubiesen coincidido Elliot y Chesterton, o CS Lewis y Tolkien, o que en la Residencia de Estudiantes hubiesen ido a caer las únicas 6 personas geniales de España en los últimos 400 años...

No idolatremos, por tanto, el talento de estas personas debido a la admiración  que los frutos del talento o el trato "reverente" inducen: apreciemos su carácter extraordinario, pero recordemos que sólo es un poco más alto que el talento que tenemos millones de personas talentosas. Si queremos llegar a genios, ya sabemos lo que hay que hacer: como diría mi paisano Pablo Sarasate: el secreto consiste en cultivar a diario el talento hasta llegar a la destreza, y acercarnos a otras personas talentosas para buscar en común el sentido común.


Esto me lleva a la tragedia de los niños extraordinariamente talentosos (pomposamente llamados superdotados) en una de sus inteligencias. Esta sociedad supersticiosa (y poco científica, en el fondo) en que vivimos acaba haciendo creer involuntariamente a sus padres que su hijo tiene "cualidades divinas" y dejan de nutrirles con la normalidad que necesita cualquier niño, con lo cual ese talento "extraordinario" acaba siendo fuente de niños enfermizos, narcisistas, "raritos" y pocas veces fecundos en los frutos de ese talento con el que nacieron...





¿Qué hacer, entonces, con el talento? Pues empezar por entender que tener talento es algo muy corriente. Yo lo tengo, por ejemplo, para escribir, como millones de personas.

Suponiendo que una de cada veinte personas es talentosa en algo (es decir, supera el percentil 95) y que hay una decena de talentos , eso hace que la mitad de la población sea superdotada. ¿Cómo tratarnos a ti, lector, que estarás entre ellos, y a mi, y a tantos? Pues con sentido común, hombre, lo mismo que cualquier otro niño. Mírate la metáfora del árbol: asegurando bien sus raíces y nutriendo bien sus necesidades básicas, permitiendo que crezca en libertad y que no lo haga solo, que reciba mucho afecto de mucha gente por el hecho de ser, no de "hacer" y que se sienta en pertenencia.

Y luego, enseñándole las nociones básicas de todas las inteligencias (esas que se adquieren fácil y que tienen un alto rendimiento) como un "menú degustación" o un "kit básico", y permitiendo que se una con sus vecinos de talento para desarrollar aquel o aquellos para los que naturalmente esté dotado (los futbolistas con los futbolistas, los poetas con los poetas, matemáticos con los matemáticos, los trovadores con los trovadores, los actores con los actores, etcétera...).

Y si es extraordinariamente talentoso en varias cosas, darle ración extra de educación en humildad y sencillez, no vaya a convertirse en un árbol tan cargado de frutos que se rompa por su propia soberbia y sus raíces no lo aguanten, de modo que caiga al suelo, o no vaya a desarrollar una frondosidad tan tan tan exuberante que su alrededor no crezca la vida...