lunes, 6 de julio de 2015

Homofilia, homofobia y homosexualidad








Hemos asistido este pasado fin de semana a la celebración del orgullo gay (LGTB, es el término actual, integrador de cuatro formas predominantes), y me planteo hacer un breve repaso a ese tema a la luz de lo que vamos viendo en este blog. Sé que es un tema controvertido, así que antes de seguir, quiero puntualizar algunas cosas:

1. No creo que nada que implique amor y libertad entre personas libres sea enfermizo
2. La psiquiatría no debería ser jueza de lo normal, pero en muchos casos lo acaba siendo, y en ese sentido, lamento el daño sufrido por muchas personas etiquetadas de enfermas por presentar conductas que no dañaban a nadie...
3. Mi experiencia en este campo es escasa. Generalmente invito a quien lea las entradas a enriquecerlas con comentarios. Hoy eso es más perentorio si cabe, por mi confesada bisoñez.
4. No obstante lo anterior, creo que sí podemos explorar, con respeto a las personas, pero también con cierta claridad, algunos aspectos que, desde lo general del ser humano, desciendan a lo particular de cada vivencia de la identidad sexual.

Para ello, me voy a basar en cinco entradas previas (copio a continuación un breve extracto de las mismas)


La del amor

Amar es buscar y desear lo complementario (eros hacia lo hetero)
Amar es estar y gozar con lo semejante (filia hacia lo homo)
Amar es cuidar (en latín se diría curar) a quien está poco cuidado (cáritas) en sí
Amar es admirar y alabar a lo más valioso en sí


La de las filias y fobias


Aquí pongo algunos ejemplos de adicción a bienes lógicamente atractivos, a través de situaciones o cosas patológicamente atractoras...

Al orgullo de grupo, en el fanatismo político, pseudopatriótico, ultraortodoxo, futbolístico...


A la justicia de deshinchar la fama de los pomposos, en los programas de linchamiento de famosillos, y quizá, de modo simbólico, en la compulsión por explotar burbujas de plástico o espinillas...


A la atención, en la exhibición de lo atractivo llegando al histrionismo (senos, músculos, humor...) y en la movilización del entorno de los falsos suicidas, o de los niños narcisistas.


Al goce de recibir amor/eros: en la atracción fugaz que suscita en otros al excitarles, 


A la paz de encontrar el amor/eros: en saciar la excitación que otros le producen, vía directa a través del sexo compulsivo, o indirecta a través de la pornografía con onanismo

Al vigor, con la mal llamada vigorexia (orexia viene de os/oris que significa boca, absurdo en este caso, habría que llamarla vigorfilia)

A la libertad, en la compulsión de rebeldía (espíritu de contradicción), o de tiranía (esa extraña compulsión por ser aún más poderosos que sufren los muy adinerados )

Y aquí van unos ejemplos de aversión a males lógicamente repulsivos, a través de situaciones o cosas patológicamente temidas...

Al dolor propio o ajeno, en la fobia a la sangre o a las agujas, o a los hospitales.   




A que se rían de lo digno, en el sentido del ridículo cuando se va a hacer algo bueno

A la pérdida de libertad, en la fobia a los espacios cerrados, o a las masas, o al compromiso en los inmaduros...

A lo peor de un arquetipo sexual (la violencia, simpleza y tosquedad de lo masculino caricaturizado o la fragilidad, complejidad y sensiblería de lo femenino caricaturizado), en la aversión a todas las personas de ese sexo, rechazando así a la mitad del único género que existe: el humano.

A no ser amado, en el miedo compulsivo al abandono de los TLP (lo que se manifiesta en relaciones intensas cambiantes, fluctuando entre el goce de unirse y el miedo a disolverse en la unión, entre el goce de la autoafirmación al separarse y el miedo a la soledad si nadie más le quiere...)

A no ser valorado, en la timidez de los evitativos


A que se disgregue el grupo de "iguales" que le acoge, en el miedo al "diferente" (xenofobia)...


La de la sensibilidad


Vivimos en un mundo que lastima nuestra sensibilidad.

Tenemos que llevar abrigo, porque a veces hace frío. Tenemos que ponernos filtro solar, porque no tenemos (los pálidos) esa buena hormona llamada melanina. Tenemos que ponernos zapatos, porque el suelo que pisamos no es de hierba ni de arena...

Y nuestra mente... parecido. Tenemos que ignorar las miradas de quienes nos cruzamos a diario, porque uno no puede saludar a miles de desconocidos. Tenemos que ignorar anuncios que se escriben apelando al lector, o miradas directas de presentadores, o ruidos constantes de vecinos, o el dolor (real o simulado) en los ojos de cientos de personas que piden limosna, o de miles de seres humanos que nos cuentan cada día que sufren mucho en el mundo. 



La de la egolatría


Hoy quiero hablar de uno de los males que más asolan a los habitantes de estos tiempos, y que más contribuyen a llenar las consultas de los psiquiatras: la adoración al propio ego.

Si en otros tiempos los humanos adoraron a ídolos, a becerros, a los bienes materiales, al sexo, al poder... hoy, sin perder esas "latrías", los postmodernos han encontrado algo aún más adorable: su Yo.



La de las modas, en una de sus explicaciones:


2. Un deseo de ser reconocidos como parte de una tribu (urbana o indígena) con cualidades deseables (ser homo géneo). En este caso, por su importancia social, el ser humano ha buscado formas externas que no sea fácilmente imitables, es decir, que exijan cierto tiempo de trabajo o dolor, para evitar los advenedizos: rastas que tardan años en crecer, labios agrandados con figuritas metálicas, agujeros enormes en las orejas, tatuajes en zonas sensibles, piercings dolorosos).


Y una vez leído todo lo anterior, me pregunto... ¿y si la homosexualidad fuese básicamente una conducta de búsqueda de aquellas necesidades universales (afecto, pertenencia, validez, autonomía) que acaba por suponer una identidad en quien así lo plantee, y a la que se llega por muchos caminos? Vamos a explorar posibles caminos...



1. Varón con elevada sensibilidad empática, cierta torpeza para los deportes, y cierta riqueza verbal... 


De acuerdo con lo anteriormente copiado, se sentirá poco identificado con el arquetipo tosco masculino (menos aún si el varón adulto más próximo, su padre, no ha estado presente, o lo ha hecho de un modo indigno...)


Pronto desarrollará filia por lo semejante (en su caso, por ejemplo, una madre sensible y torpe en el fútbol, o unas compañeras de clase...). 


En la adolescencia, edad en que la frágil autoestima de algunos adolescentes les hace tratar de aumentarla humillando a otros, sentirá el rechazo al diferente del grupo de machitos (paradójicamente, un grupo en el que lo homo es su superheterosexualidad). Quizá eso aumente su rechazo al arquetipo macho heterosexual, y busque en un grupo de sensibles semejantes una defensa grupal. En casos extremos, puede llevar dicho arquetipo hasta el extremo de operar y hormonar su cuerpo para parecerse a él...


Con la confusión semántica que nos traemos hoy, la lógica homofilia que sentirá por sus colegas se mezclará con la lógica excitación sexual que mueve a los adolescentes a buscar pareja erótica y... voilá, la homofilia se transforma en homosexualidad (retroalimentada por la íntima convicción de que amar nunca es malo per se, y que identificarse con una minoría homogénea protege la propia identidad...)


Y con la lógica búsqueda del infinito cuando se habla de amor, nuestro protagonista vivirá historias de decepción (cuando encuentre parejas que sólo buscan sexo) y de ilusión (cuando encuentre personas lo suficientemente complementarias como para formar una pareja duradera, heterogénea en todo menos en lo genital, y por ello, naturalmente estéril).


Y quizá, con ese deseo de fertilidad de todas las personas, a menudo desplazado hacia la creatividad en los hombres, busque multiplicarse a través de la creación de otras formas de vida (arte, justicia, ciencia, literatura, amistad...) 



2. Varón hipertestosterónico con escasa empatía: 


De acuerdo con lo anteriormente copiado, se sentirá muy identificado con el arquetipo tosco masculino (más aún si el varón adulto más próximo, su padre, ha estado presente, de un modo tópicamente alentador de dicha caricatura de la "hombría"...)


Pronto desarrollará filia por lo semejante (en su caso, por ejemplo, él mismo, o unos compañeros de clase hábiles en el fútbol, o en otras metáforas de la caza, como el bulling, o el ligue...). 


En la adolescencia, edad en que la frágil autoestima de algunos adolescentes les hace tratar de aumentarla exaltando lo admirable por otros, sentirá la admiración al ídolo del grupo de machitos (paradójicamente, un grupo en el que lo homo es su superheterosexualidad). Quizá eso aumente su adhesión al arquetipo macho heterosexual, y busque y encuentre (sin la incómoda sensación de culpa que la empatía por las mujeres produce en otros hombres) numerosas hembras adolescentes que aprecian tal rol y caen presas de sus fugaces encantos, ligadas con efímeras cadenas que a nada comprometen. 


Sin embargo, las mujeres, inteligentes, una vez pasada la tormenta hormonal de la adolescencia, dejan de lado al simple "macho viril", y se aproximan al "macho poderoso" (más mayor, con más dinero...) de manera que nuestro machito ve extrañado cómo su caché atractivo baja... Al principio tratará de compensarlo en el gimnasio, admirando, cual narciso en el agua de los múltiples espejos, sus músculos hipertrofiados. Y con el tiempo, el amor que siente por su cuerpo se dirigirá a otros semejantes a él, y la filia llevará al eros, y... voilá, el heterosexual venido a menos volverá a disfrutar del sinfin de excitaciones-relajaciones que entre hombres (más fácilmente excitables y que no piden el compromiso al que tienen cierta fobia) puede haber.  


3. Mujer con elevada autoestima, suficiente inteligencia, y con un perfil de cualidades buscadas en una pareja poco frecuente en los varones, (o sin los suficientes atributos para optar al tipo de hombre que busca...)


De acuerdo con lo anteriormente copiado, se sentirá poco identificada con el arquetipo de la fragilidad, complejidad y sensiblería de lo femenino caricaturizado.


Pronto desarrollará filia por lo semejante (en su caso, por ejemplo, un padre libre y decidido, o unas compañeras de clase inteligentes y poco "princesitas"...). 


En la adolescencia, edad en que la frágil autoestima de algunos adolescentes les hace tratar de aumentarla humillando a otros, sentirá el rechazo al diferente del grupo de "maris o princesitas" (paradójicamente, un grupo en el que lo homo es su superheterosexualidad). Quizá eso aumente su rechazo al arquetipo hembra heterosexual, y busque en un grupo de fuertes semejantes una defensa grupal. En casos extremos, puede llevar dicho arquetipo hasta el extremo de operar y hormonar su cuerpo para parecerse a él...


Con la confusión semántica que nos traemos hoy, la lógica homofilia que sentirá por sus colegas se mezclará con la lógica excitación sexual que mueve a los adolescentes a buscar pareja erótica y... voilá, la homofilia se transforma en homosexualidad (retroalimentada por la íntima convicción de que amar nunca es malo per se, y que identificarse con una minoría homogénea protege la propia identidad...)


Y con la lógica búsqueda del infinito cuando se habla de amor, nuestra protagonista vivirá historias de decepción (cuando encuentre parejas que sólo buscan sexo) y de ilusión (cuando encuentre personas lo suficientemente complementarias como para formar una pareja duradera, heterogénea en todo menos en lo genital, y por ello, naturalmente estéril).


Y quizá, con ese deseo de fertilidad de todas las personas, pero mayor en muchas mujeres, busque multiplicarse a través de la creación de otras formas de vida (arte, justicia, ciencia) o del cuidado adoptivo de otros seres vivos (animales, o niños abandonados...)




4. Mujer con suficientes atributos eróticos atractivos para un número significativo de hombres, y con un deseo de amor tan grande y voraz como el que da una infancia nutrida de modo caótico (afecto pero descuido, abrazos pero luego abusos, carencias varias...) 


En la adolescencia, edad en que la frágil autoestima de algunos adolescentes les hace tratar de aumentarla exaltando lo admirable por otros, sentirá la admiración al objeto de deseo del grupo de "machitos" (paradójicamente, un grupo en el que lo homo es su superheterosexualidad). Quizá eso aumente su adhesión al arquetipo superhembra heterosexual, y busque y encuentre (sin la incómoda consecuencia de la procreación, fácilmente evitable) numerosos machos que aprecian tal rol y caen presos de sus fugaces encantos, ligados con efímeras cadenas que a nada comprometen. 


Sin embargo, los hombres, inteligentes, una vez pasada la tormenta hormonal de la adolescencia, dejan de lado a la simple "superhembra", y se aproximan a la "hembra casera" (más tranquila, con más sentido común...) de manera que nuestra "superhembra" ve extrañada cómo su caché atractivo baja, limitándose a relaciones esporádicas con hombres "serios", o a relaciones patológicamente duraderas con hombres despreciables por cualquier mujer serena, que buscan en mujeres inseguras un objeto sumiso... Al principio pensará compensarlo en el quirófano, imaginando sus labios o senos hipertrofiados. Pero si no lo hace, el amor que siente por todo lo que ella es además de su cuerpo se dirigirá a otras interiormente semejantes a ella, y la filia llevará al eros, y... voilá, la heterosexual venida a menos empezará a disfrutar del fin de efímeras excitaciones-relajaciones con hombres (más fácilmente excitables y que no piden el compromiso al que tienen cierta fobia) y empezará a disfrutar de un modo de relación más serena, comprometida, respetuosa y discreta, con otra mujer.








No sé. Se me ocurre que habrá otras historias, lógicamente, ya que esta entrada es sólo una aproximación general, pero sirvan las anteriores cuatro para ver cómo el famoso dilema "nace o se hace" es en el fondo artificial.


Lo interesante es que, una vez emergida la conducta homosexual (saliendo del armario que, a modo de caja aristotélica, constreñía artificialmente al sujeto), aparece un doble fenómeno grupal en los sujetos:


1. Una hiperidentificación grupal, comprensible como formación reactiva de "orgullo" frente a las humillaciones que cada uno habrá sufrido, pero que produce una hipertrofia de lo tópico, llegando a la caricatura...


2. Una compulsión colectiva de "cierre", tratando de completar la forma de la unión afectiva que puedan formar, mediante la imitación forzada del modelo en el que se basan: el matrimonio (en realidad, a la hora de la verdad, poco frecuente). La situación me parece más un acto de defensa de derechos que de efectiva conveniencia. Me explico: hace miles de años, la familia era más bien un clan (grupo multigeneracional con crianza compartida, amor erótico periódico ordenado y amor filia contínuo y variado) y en realidad, el matrimonio actual sólo tiene sentido como forma básica de generación y crianza "ordenada" de una prole en una época postneolítica (para evitar el Sodoma y Gomorra de los primeros años de vida "civilizada"). Por tanto, en una unión que no es fértil, la palabra matrimonio (que viene de "mater") no tiene sentido pleno. 


No obstante, en los tiempos actuales, el matrimonio tiene también un sentido de "sociedad conyugal" (dos personas que comparten el yugo de llevarse mutuamente, y de sacar adelante una casa incluso sin hijos), así que, si la palabra matrimonio se acepta para parejas sin hijos, para parejas heterosexuales que no comparten yugo porque uno domina al otro, para parejas en las que falta el cuidado mutuo, etc..., quiénes somos nosotros para ponernos "puristas" con parejas en las que sólo falta la diversidad genital ...


Voy concluyendo, pues. 


Entendamos a cada persona como sujeto libre que trata de buscar la mejor manera posible de ubicarse en el mundo, de pertenecer a grupos, de cultivar sus talentos, de cuidar sus sensibilidades, y de amar y ser amada. Apreciemos lo admirable que tiene cada modo de lograrlo, pero sin idolatrar aquellos modos imperfectos (en realidad casi todos, homo o hetero, ya que sentimos un anhelo de amor infinito que ninguna persona a solas puede saciar...), y repudiemos únicamente aquellos modos que impliquen daño a otros. La mal llamada homofobia (en realidad sería heterofobia), por ejemplo, propio de miembros inseguros de grupos frágiles, que por miedo a que se disgregue el grupo de "iguales" que les acoge, buscan la cohesión en el miedo al "diferente" ... Quizá entendieron mal el tabú que pesa sobre la homosexualidad exclusiva y generalizada (por la evidente consecuencia en la natalidad), o por la sodomía forzada como forma de humillación de unos hombres a otros hombres (usada antiguamente para reafirmar dominio jerárquico) o sobre las uniones sexuales fértiles de lo homo (intuyo que se basan en que los frutos de la unión sexual de hombres y mujeres demasiado semejantes, familiares, por ejemplo, traía deformidad y muerte...) 


La paradoja es que, alguna vez, quienes señalaban con dedo inquisidor el amor de dos hombres o dos mujeres, aplaudían la abstinencia sexual de por vida (que si fuese generalizada, acabaría con la natalidad), la consumación forzada del acto sexual dentro del matrimonio (usada antiguamente por algunos maridos para dominar a sus mujeres) y las uniones sexuales de personas tan homo como el matrimonio de dos familiares de sangre real...












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