martes, 22 de septiembre de 2015

¿Eres tú así?








Me vas a permitir que hoy haga un pequeño ejercicio de psicoanálisis gratuito. Pero no voy a analizar a cualquier persona. Te voy a analizar a ti.



Te parecerá que es difícil analizarte si no te conozco, pero verás: probablemente sí te conozco (sé que no he difundido este blog más que a personas a quienes conozco personalmente, y si alguien a quien no conozco lo ha encontrado, al menos sé de esa persona que comparte interés por cosas que me interesan).


Así pues, te aviso de que esto no va a ser una colección de tópicos aplicables a cualquier persona del mundo, aunque tampoco va a ser una consulta personalizada exactamente para ti. Por supuesto, no voy a utilizar la magia, y si en algún momento te parece que algo de lo que digo es sorprendentemente cierto en tu caso, limítate a mirarlo... 


Y si me equivoco, discúlpame.


Vamos allá: 



En primer lugar, tu infancia: fuiste el fruto deseado el amor de dos personas, y disfrutaste durante tu primera infancia del cariño y el cuidado que todos los niños del mundo deberían disfrutar, aunque ello no vino de manera "clásica" (un papá fuerte y bueno, y una mamá amorosa y solícita).

Tenías un aspecto agraciado, merecedor de afectos por parte de los adultos que te rodeaban, pero no destacabas por ninguno de los atributos rápidamente atractivos para los niños de tu clase ( fuerza descomunal, ingenio rápido que se convirtiese en el payaso de clase, destreza deportiva...). Eras, por decirlo así, una persona más de talentos interiores, pero desde entonces descubriste (y te señalaron) que efectivamente poseías alguno de esos talentos. Uno de ellos era la facilidad de palabra. Otro era la capacidad de imaginar, soñar despierto, cosa que a veces te hacía pasar por distraído o despistado. Otro era la sensibilidad: te desagradaba profundamente la tosquedad de algunos compañeros, y muy especialmente la crueldad de algunos hacia otros seres indefensos. Pronto decidiste utilizar el sentido común para defenderte, y en la medida de lo posible decidiste también ayudar a aquel a quien buenamente pudieses consolar.



La adolescencia supuso un cambio. Ese aspecto externo agradable, pero no rápidamente atractivo según lo buscado en la adolescencia (virilidad evidente, feminidad evidente), te hizo pasar injustamente desapercibido, pese a que en tu fuero interno, y sin soberbia, percibías que la nobleza de tu corazón y la destreza de alguno de tus talentos interiores merecería al menos un poco más de reconocimiento. Pero en lugar de lamentarte, decidiste cultivarte con serenidad, rodeándote de personas buenas por dentro como tú, y evitando las tentaciones fugaces de disfrazarte de seductor o de seducir a los más frágiles. 
Quizá en esa época fue cuando buscaste algún tipo de comunidad o ideología que fuese acorde con tus valores más profundos, ya escritos desde la infancia, y así decidiste incorporarte a alguno de los muchos rebaños de mansos que se ofrecen hoy en día.


Y así llegaste a la etapa universitaria. Sí, intuyo que buscaste en el cultivo de tu intelecto un modo de crecer y realizarte, pero lo hiciste en campos que no te iban a suponer una posición económica desahogada. Preferiste aquellas disciplinas con las que conocerte mejor a ti y a tu mundo, y con las que ayudar a los demás. Lo conseguiste, por cierto.


Y luego... la vida adulta

Has amado, dando más de lo que has recibido, pero has ido saldando esa deuda llenándote de otros amores más "del alma". Has sentido dolor al no ser correspondido en ocasiones, o al comprobar cómo quienes decían compartir ideales contigo, luego se volvían demasiado terrenales... Pero la mirada de otros seres mansos como tú te ha aliviado en muchas ocasiones, y te has aprendido a dar también, en pequeños detalles, el cuidado sereno que a veces no te daba este mundo.

Y has sido reconocido, aunque no lo suficiente, y por eso, cuando contemplas tu situación (que no es mala, por otra parte) sigues soñando con un futuro reconocimiento, y disipas esa rabia pertinaz (que no apruebas, pero está) a base de paseos, vagabundeos mentales e intelectuales, a veces con ayuda de cine y literatura, yoga, meditación, música, paciencia, tabaco (con ambivalencia al saber que te destruye por dentro), cuidado de otros,  una curiosa avidez por el tomate, y algo que en otros tiempos llamarían oración, y que podríamos traducir por palabras, muchas palabras, pronunciadas o pensadas...


Te felicito. Porque aunque no siempre la encuentras, eres una de esas personas que buscan sin cesar la Justicia. 


Un par de consejos, para terminar: 


No rebajes tus ideales, hazlos reales.

Busca la compañía de quienes compartan tus sueños.




Cuídate, y ánimo. They may say you are a dreamer, but you are not the only one...



5 comentarios:

  1. Inspiradora entrada. Le felicito, Doctor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias. El objetivo era que quien lo lea encuentre precisamente eso, inspiración.

      Eliminar
  2. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia...
    Bienaventurados los mansos

    ResponderEliminar
  3. Cuidando a los demas y amando a los demas, te cuidas y amas a ti mismo.
    Engañar o machacar a los demas es una "dulce forma" de engañarte o machacarte.
    Gracias siempre por hacernos reflexionar. Un saludo

    ResponderEliminar