jueves, 28 de mayo de 2015

El amor lo cura todo

Si hace un par de entradas hablaba de uno de los principales causantes del aumento de las consultas de psiquiatría, la adoración a uno mismo, hoy voy a hablar de otro tanto o más relevante (y muy relacionado con el anterior): el sentimiento de vacío o de sinsentido.


Y es que la vida parece compleja, pero no lo es. Resumiendo, resumiendo, podríamos decir que basta con una cosa.


 Amor


¿Y eso es original? Bueno, sí y no. Ya, ya sé que no parece muy original (no he originado yo la idea), pero sí me he basado en lo que el ser humano desde sus orígenes lleva deseando e intuyendo. Luego sí es original.

Me explico. En un resúmen algo más extenso, Maslow resumió las necesidades vitales en 5: 




Ahora vamos a revisar un poco el concepto Amor. Podríamos definirlo como aquello que recibimos cuando nos aman, o aquello que damos al amar. Lo cual nos lleva a la pregunta ¿qué es amar?

Amar es buscar y desear lo complementario (eros hacia lo hetero)
Amar es estar y gozar con lo semejante (filia hacia lo homo)
Amar es cuidar (en latín se diría curar) a quien está poco cuidado (cáritas) en sí
Amar es admirar y alabar a lo más valioso en sí

Quizá por eso dicen que no hay amor más grande que el de los padres a los hijos, pues les aman como complementarios, como semejantes, como a seres que cuidar, y como a seres valiosísimos...

Pues bien. Si revisamos la pirámide de Maslow, veremos que cada nivel de necesidad puede ser saciado por quienes nos aman/cuidan/acompañan/buscan. Y que cuando no tenemos otros que nos aman/cuidan/acompañan/buscan, echamos mano del autoamor/cuidado/compañía/búsqueda. Nuestro deseo de ser válidos quizá no es más que el deseo de atesorar aquellos talentos y frutos que nos hacen ser amables, o amadores. Y nuestro deseo de autorrealización, llegar a dar (es decir, compartir, amar) todo lo que en potencia podemos llegar a dar de nosotros mismos...

O sea, que volvemos al Amor como necesidad/anhelo universal.


Pero el autoamor es insuficiente, así que buscamos conducir a los demás hacia nosotros para que nos amen. 

¿Y cómo conduce uno a un desconocido hacia sí mismo para recibir algo? Es decir, ¿cómo puede uno se-ducir, en un término que hoy usamos de modo instrumental, pero que tiene también uso noble? Uno seduce por lo que atrae. La seducción es el resultado natural de la promesa que recibimos (explícita o no, verbal o no verbal) de que se nos van a saciar necesidades. Es lo que sentimos hacia algo o alguien atractivos

Si alguien (equivocadamete) quiere atraer o ser atraido fugazmente,  todos conocemos las características que seducen rápidamente: 

el dinero (promete seguridad, validez y cuidados) 

la fuerza/altura (promete seguridad y capacidad de lograr cuidados), 

el aspecto sano ( delgado en tiempo de obesidad, grueso en tiempo de hambre) 

el ingenio (promete aliviar la angustia con humor, y resolver problemas con imaginación),

la sumisión o la actitud propicia al apareamiento en la mujer (en el hombre se da por hecho, y puede ser incluso amenazante, o su falta signo de debilidad), 

la dominancia o capacidad de ver los talentos invisibles en el varón (depende de si la mujer da más importancia a su validez y seguridad doméstica o a los enemigos extra domésticos), 

lo muy estrogénico (pechos, labios, caderas) o testosterónico (virilidad) visible, audible u olfateable (atributos masculinos o femeninos). 

Los empresarios nos venden sucedáneos de estos atributos "seductores", y a fe que es un negocio próspero el de lo lujoso, lo estético, lo maquillador que exagera masculinidad o feminidad, lo ostentoso...




Si revisamos la historia de cada uno, veremos que en un rápido vistazo (y por experiencia) uno descubre desde la adolescencia rápidamente si tiene esos atributos "rápidamente se-ductores" de forma extraordinaria, alta, media, baja o extraordinariamente repulsiva. Y decide cultivarlos (o maquillarse a veces) para "cazar". Ocurre que eso sólo es válido para la fugacidad de la "caza" reproductiva, o de la atención de los que nos conocen poco. 

Pero volvamos a nosotros. Nuestra sed de amores es infinita. Ojo, digo de amores, no de cuidados: los niveles más bajos de la pirámide de Maslow sólo necesitan que los saciemos, y si tras hacerlo seguimos llenándolos, caemos en el hartazgo (y en las adicciones) o lo sustituimos por sus sucedáneos comprables (petit amour se llamaban los chocolates que me trajo la semana pasada una antigua paciente agradecida)...

Vuelvo, pues, a decirlo más concretamente: nuestra sed de amores (en el sentido de los tres niveles superiores de la pirámide) es infinita. Por ello, lo buscaremos en filias, eros, admiración o cáritas. 

Buscaremos a los similares para la amistad, y los complementarios para la creación de clan, misión o vida. En este segundo caso, por tanto, no serán los talentos lo común, sino los valores, la misión, la historia, las raíces (aunque evitando lo demasiado próximo), y los "frutos" de esa unión (hijos, empresa...)

Así, buscamos y mantenemos el amor recibido, según sea ese amor ...

cáritas (mientras seamos débiles a ojos de los cuidadores), 

admiración (mientras seamos admirables a ojos de los sensibles), 

filias (mientras seamos similares en talentos y valores a nuestros amigos) 

y eros (mientras conservemos atributos de similar valor, talentos complementarios, valores, historia y frutos compartidos). Para mantener el eros (o sea, para mantener nuestra pareja), hay que cultivar el cuidado de lo semejante, y la aceptación, comunicación sencilla y valoración en el otro de lo complementario. Y crecer juntos, y crecer por separado...






Quiero terminar señalando la que, según cree mucha gente, es la situación deseable, y por tanto a la que deberíamos tender: la de quien tiene amor y validez, y sigue buscando crecer en ambos con eficacia y serenidad, y regala amor y validez a quien se lo merece. Al que es libre, porque hace lo que quiere, y es feliz y da...

Son esas personas a las que llaman ángeles, o santos, de muy diversos credos, pero con un mismo sentir y hacer (Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, Ghandi, el Padre Kolbe, el Padre Damián... y miles de otros cuyo nombre ni siquiera trascendió), ejemplos vivos de Amor y rebeldía humilde para millones de personasaunque su autoconfianza pudiera parecer narcisista y extravagante a ojos que no saben ver (ne scio, necios).







O sea, que al final, los Beatles tenían razón (All we need is love), Michael Jackson tenía razón (mira la letra de Heal the world)Agustín de Hipona tenía razón (dilige et quod vis fac) Jesús de Nazareth tenía razón (Amaos unos a otros) y los niños, en sus primeras palabras escritas, nos cuentan su mayor gozo, y el sueño que perseguirán toda su vida...


3 comentarios:

  1. Dan ganas de conocerte por lo que escribes.
    Cierto que el amor es lo que hace exclamar¡ qué bueno es que existas!Por eso amor y vida van de la mano .Pero Freud habla de una eterna lucha entre eros y tánatos. Y así es...Apostar por el amor exige mucho sacrificio cuando lo que se desea es la venganza ...
    Lo que pasa que apostar por el amor trae la paz personal y su contrario no. Venimos del amor y el amor es camino y finalidad

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  2. Gracias, aunque creo que se nos conoce a todos por lo que escribimos...

    Respecto al tánatos y la venganza... no me gusta dedicar tiempo a hablar de lo malo, porque como decía Borges, "es menos una injuria que una piedad demorar su infinita disolución con limosnas de odio", pero voy a hablar algo.

    Incluso en el deseo de muerte o de venganza, indudablemente atractivos (me baso en su presencia ubicua en la Historia, en los informativos, en nuestras vidas, o en el éxito de las películas que la tratan, como Equalizer, Venganza, etc...) en el fondo son deseos de algo bueno que se pervierte por ofuscación. Lo que se suele desear a través de la venganza es en el fondo Justicia, es decir, que quien ha destruido el amor, no goce de lo bueno que trae el Amor. Y a través del deseo de muerte lo que se desea en realidad es una Vida mejor (es decir, con más Amor), sin la profunda sensación de dolor que en ocasiones se puede llegar a sentir. Ocurre que a veces no se encuentra el cómo, y entonces el dolor pone por delante la (mala) solución de "bajarse del tren".

    Pero, en serenidad, la venganza y el daño ajeno o propio no son una buena opción NUNCA. Jamás un error ha de corregirse con otro error. Así que, si alguna vez se nos ocurre, busquemos ayuda (buena compañía que cuide), recuperemos la calma y... magia, se nos dejará de ocurrir.

    Por cierto. Yo también pensaba como tú que amar a veces supone esfuerzo, pero lo curioso es que, cuando te pones a ello, ves que es al revés: lo forzado era no amar. Si alguna vez nos cuesta algo, es porque no estamos en paz para escucharnos por dentro, así que, antes de hacer el esfuerzo, recuperemos la paz, y ... magia, nos dejará de costar.

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  3. Muy buena información sobre el tema de amor .Espectacular💚

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